Fundamentos filosóficos del tantra

Un buda es quien elige renunciar a sus propios intereses en pos de los intereses del conjunto y en este instante me encuentro rodeado de personas que observan este estilo de vida. Razón por la que, como dije, es un honor y un placer inmenso exponer frente a ustedes mi visión del tantra.

Alguien del auditorio le pidió a mi amante compañera en este camino no ser filmado. Claro él está por participar de una conferencia sobre tantra. Es un pecado. El debe comprender que es una blasfemia acercarse a un sacerdote y preguntarle como darle inmenso placer a su pareja.

Seguramente nuestro anónimo oyente sabrá que la mayoría de las personas se acercan a nosotros para poder darle un grado mayor de satisfacción de sus parejas sexuales y sabrá también que con las técnicas del tantra se logra ese fin. Lejos de ser innoble o inmoral esta búsqueda es, al menos para mí, la más noble de las intenciones. Quien decide postergar su propio placer en pos del placer del otro es un verdadero buda.

Quien renuncia a parte de su tiempo para hacer feliz a su pareja, pudiendo obtener placer y provecho en sólo siete minutos, es alguien que puede también servir a su vecino y ser feliz al hacerlo.

Seguramente un psicólogo podrá ver en la actitud de quién renuncia a su propio placer en función del placer del otro a un paciente que, en virtud de algún trauma, tiene dificultad en buscar su propio beneficio. Pues a mi me gusta rodearme de personas con tal “discapacidad” y mostrarle como se puede obtener la completa realización a partir de esa “dificultad” y constituirse como personas felices manteniendo esa actitud.

Y para comenzar a exponer mi visión diré que entre otras cosas el tantra es una excusa o un sustituto de ese “trauma” que les posibilita a las personas que inician el camino tántrico una experiencia que los instala en el lugar de alguien que es capaz de permanecer horas en éxtasis, adorando y dando placer a su pareja, su familia, sus amigos. Y, como dije, siendo plenamente feliz.

Quiero adelantarles también que si bien la práctica del tantra permite controlar funciones genitales y potenciar la salud sexual de las personas, la actividad sexual no es la práctica del tantra. Con la técnica se puede tener buen sexo, pero el buen sexo no es la técnica, el buen sexo es uno de las consecuencias de la práctica.

El tantra es un sistema filosófico que nació en la India y floreció en el Tibet en el siglo VIII de esta era. Si bien mediática y popularmente se lo ha asociado sólo con algunos beneficios sexuales-genitales, es mucho más que eso: aporta un reentrenamiento mental que posibilita aumentar la capacidad de gozo y el enfoque, adquirir el control consciente de las emociones, desarrollar la seguridad y la autoestima, vivir y dormir sin tensiones ni estrés; en otras palabras, llevar una vida plena, consciente, coherente y feliz.

El tantra es una de las tradiciones tibetanas más profundas y esotéricas, esto es, la más reservada y desarrollada de todas las enseñanzas de Buda. Los conceptos fundamentales y las técnicas desarrolladas a partir de estos conceptos son sumamente sencillas y es precisamente esa sencillez lo que permite internalizarlas rápidamente y ponerlas en práctica de manera verdaderamente eficaz.

Tal como nos enseñan las tradiciones tibetanas, Buda, que formaba parte de la casta superior de la India, cuando vio la pobreza, la esclavitud y el sufrimiento en el que vivían las personas de casta inferior, se dedicó a encontrar la forma de que el pueblo, oprimido y sojuzgado, pudiera encontrar un camino de felicidad y realización. Es decir, no la liberación del “alma” sino la liberación del sufrimiento, la ignorancia y las cadenas de la superstición.

Recurrió primero al intento de lograr la completa anulación del deseo, ya que creyó encontrar en él la causa de la infelicidad, hasta que se iluminó cuando una muchacha le acercó un plato de arroz y comprendió que el primer paso para que el pueblo saliera del sufrimiento era que tuviera alimento en sus estómagos.

Comenzó a pelear, en una pelea interna, con los dioses que determinaban las condiciones sociales (los vedas) y que establecían un yugo (dharma, ley) demasiado rígido para unos (los parias) y benévolo para otros (los brahmanes) y que obligaba a los primeros a la repetición constante de sus propias vidas y la de sus hijos inmersos en esa condición de privaciones y servilismo (reencarnación) y que aseguraba a los segundos, mediante esta ley de reencarnación, la continuidad de su poder y el de sus descendientes.

Buda resolvió rápidamente esta pelea con la destrucción de los dioses y el hallazgo en su interior de una deidad más clara, la propia naturaleza profunda de su mente, como único dios, y destruyó al resto conceptualizándolos como fantasmas de la cultura utilizados para esclavizar a la gran masa del pueblo.

Encontró, se encontró, con que los dioses sólo son producto de su propia mente y, por lo tanto, metáforas, del mismo modo que se constituyen en sus conceptualizaciones las leyes de estos dioses como metáfora también. Es decir: Los dioses son metáfora por lo tanto las leyes que ellos dan son metáforas también.

Por lo tanto, con los dioses y la reencarnación como metáforas, Buda encuentra el camino perfecto para lograr la liberación al entender a todos los seres sintientes como iguales. Iguales en el preciso instante de nacer y sin privilegios de unos sobre otros sustentados en haber nacido dentro de una u otra casta o clase social.

Comprende también que las diferencias no se sustentan en el destino sino que se sustentan en el potencial de la cultura para realizar la tarea creadora de lo que llamamos hombre. Libre o esclavo es sólo cuestión de la cultura en la que se desarrolla el individuo, de modo que estableció un camino gradual de liberación.

Primero, al no estar el individuo sujeto al yugo de los dioses o al destino que contenía a los desposeídos, Buda desarrolló un nuevo yugo (dharma, ley) basado en una serie de prácticas espirituales tendientes a inculcar y desarrollar valores positivos para el desarrollo armónico de la sociedad (a esto se lo conoce como dharma), y luego, basado en la compasión por todos los seres sintientes como fuente de salud, ya que el odio y la codicia representan fuente de enfermedad e infelicidad, construye como ilusorio (maya) el yo y le da estatus de deidad al individuo liberándolo así de toda superstición e ignorancia y fue desarrollando lo que conocemos como tantra.

Observen ahora la razón, de la posteridad, para ocultar estas enseñanzas a los ojos del pueblo o de personas o personalidades no sujetas voluntariamente a la ley. Verán acá la importancia de la leyenda citada y repetida por todos mis antecesores... "Buda enseñaba el dharma a la gente para lograr que fueran felices y encontraran un camino de realización dentro de la ley hasta que un rey le pidió una técnica para gobernar con justicia, gobernarse a si mismo y, a él, le dio el tantra". Claro el rey es la ley, el rey no necesita un yugo, el rey impone el yugo, la ley, el dharma.

Buda enseñaba un nuevo orden social, una nueva ley (dharma) que proponía al pueblo vivir de manera compasiva sencillamente para obtener salud más allá de todo temor hasta que se le presenta un rey y le dice que él no necesita una ley, que la ley es él. Que lo que él necesita es una técnica que le permita gobernar con justicia. Es decir gobernarse, gobernar sus propias emociones para actuar libre de ellas, de sus propias necesidades y pasiones. Entonces buda ofrece su último acto de iluminación que es enseñar la realidad de cómo contener a un pueblo para llevarlo a la realización. No como sojuzgar a un pueblo para mantenerlo en la reencarnación constante en las clases bajas, en el servilismo y la repetición constante de su propia esclavitud.

Emancipar a las personas y llevarlos, en algunos casos, al estatus de rey. Dentro de este orden social, siendo iguales, todos tienen la posibilidad de ser rey. Vean aquí los albores de la igualdad social. En éste nuevo dharma, (ley) las personas, todas, se sujetan voluntariamente a la ley no ya por temor a los dioses.

Es en ese momento que Buda ofrece la última liberación: el tantra. Pocas ideas simples. Somos todos iguales al momento de nacer, por lo tanto somos nada. Los dioses y la rueda de la reencarnación se constituyen como una metáfora, como un fenómeno, no como una realidad, de modo que la salida de esa rueda es posible. Es posible no repetir sufrimientos ni errores.

Si yo al nacer soy la reencarnación de alguien, puedo ser diferente de vos, pero como somos iguales en el preciso instante de nacer no soy la reencarnación de nadie. Encuentra Buda que al momento de nacer estamos vacíos y, en esa vacuidad, se construye el ser en la cultura.

Digo, al momento de nacer somos iguales y es la última vez que lo somos. luego al instante siguiente alguien llega desde la villa 31 a presidente y otro permanecerá allí en función de las opciones que tome de la cultura.

Buda encuentra la intangibilidad del yo y lo configura en sus conceptos como una ilusión (maya), por lo tanto, encuentra una forma de pensamiento no dual, un espacio de vacuidad, esto es, un espacio libre de conceptos duales y de naturaleza discursiva. Un espacio donde a priori todo es posible. Y, como dije, basado en la idea de la compasión y el servicio a la cultura como creadora del hombre crea un yugo para estas personas liberadas apelando no ya al temor de los dioses sino al buen criterio de ellos, como verdaderos dioses con poderes sobrenaturales y responsables de ese poder.

Un dios es alguien que tiene poderes sobrenaturales ¿verdad?, alguien que puede modificar la naturaleza. ¿Quién si no el hombre puede modificar la naturaleza? ¿Quién está destruyendo Amazonia? ¿Quién devastó a Irak?. Esos son dioses, nosotros somos dioses, cada uno de ustedes puede, de hecho lo hacen, modificar el entorno y hasta sus propias naturalezas utilizando las herramientas del tantra.

En los mitos, los dioses míticos pueden descargar contra los hombres rayos y truenos o enviar langostas. Preguntémosle a Sadám si fueron las langostas, si fueron truenos y rayos los que cayeron sobre la cuna de la civilización.

Del mismo modo que durante el período oscuro de la Edad Media en Occidente hubo brillantes iluminados que comenzaron a desarrollar un tipo diferente de conocimiento no mágico, de conocimiento científico y que fueron acusados de herejes y a quienes se les adosaron todo tipo de rituales macabros, conjuros diabólicos y ritos de sangre, sexo y lujuria para quedarse con su dinero como lo hicieron con la orden del temple. -Rituales que tuvieron que reconocer como verdaderos aunque no lo eran tan solo para evitar que continuaran infringiéndoles suplicios intolerables-. Y con los años aparecieron personas a las que estos rituales inventados por el oscurantismo religioso –estas declaraciones testimoniales hechas decir con tortura- les parecieron ciertos, y a la vez seductores, y comenzaron a ponerlos en práctica y a desarrollar órdenes o instituciones donde se enseñaban estos falsos rituales que hasta el día de hoy algunos las practican creyendo que son antiguas y verdaderas sabidurías satánicas ocultas. Es decir, tomaron la leyenda de Fausto y la hicieron realidad. Con el tantra se hizo lo mismo. Se produjo esa demonización.

A fines del siglo XIX se introduce en Occidente el conocimiento del tantra. Un conocimiento que proviene del budismo y, por ser el budismo una filosofía, es decir, una ley que establece que los dioses son una ilusión de nuestra propia mente, fue sistemáticamente atacado por la cola del dragón oscuro adosándole, tal como a los templarios, toda clase de falsos rituales de sexo, lujuria y desenfreno.

De la misma manera que los falsos rituales satánicos creados por la iglesia para destruir a los templarios y a quien se atreviera a pensar por sí mismo, fueron tomados luego por parte de la sociedad victoriana para justificar su desenfreno, el tantra fue tomado por los posmodernos y superficiales hedonistas para justificar su propia impotencia frente a un deseo que no supieron o quisieron encauzar.

Con el tiempo, y también a partir de falsos rituales adosados al tantra por el oscurantismo religioso (vedico en la india y bíblico en occidente), se fue desarrollando lo que en la actualidad se conoce como neotantra, que es la interpretación literal y subjetiva de textos absolutamente metafóricos y herméticos por parte de quienes no han desarrollado la suficiente capacidad de pensamiento abstracto y de sustitución (la metáfora) y que eligen la vía mística como forma de conocimiento sencillo.

La vía del conocimiento místico corresponde a una edad en la cual el pensamiento conceptual todavía no alcanzó su completo desarrollo, una edad en que la atención no cayó completamente en el gobierno consciente y el pensamiento onírico invade la razón impidiendo el pensamiento claro. Es decir un período en el cual gobiernan todavía las emociones.

Para aclarar este suceso voy a exponer alguna de mis ideas sobre un texto tántrico del siglo VIII de la era cristiana: el "Kularnava Tantra" o rito de las cinco cosas prohibidas y luego citar un fragmento del mismo.

El tantra propone una vía de realización a través de la cual las personan van cultivando su espíritu, van desarrollándolo, van desarrollando experiencias que le permitan desmecanizar sus actitudes, sus conductas, haciéndolas conscientes, que dejen de ser leyes impuestas por la cultura, por el entorno, de manera automática para caer bajo la orbita de la consciencia, del yo, y poder decidir sus conductas no de modo impulsivo, como una eyaculación emocional precoz, sino poder decidir cuando y como actuar de manera adecuada con cada oportunidad que se le presente. Saber que hacer en cada momento y lugar y hacerlo.

Para modificar los mecanismos conductuales instalados a modo de leyes internas el tantra establece dos formas. Una, la vía cognitiva, la meditación. Mediante una pareja tántrica un individuo puede explorar sus propias leyes internas y modificar las que le impidan la plena realización. Y otra, una vía conductista, que le permite al seguidor del camino tántrico explorar mediante juegos (lila) las leyes de su propia conducta que lo limitan en algún punto en su personal desarrollo o no lograron liberarlas para potenciarlos en su crecimiento y romperlas (las primeras) mediante ciertos ritos o fortalecerlas (las segundas) mediante ciertas practicas espirituales laicas mediante la guía de un maestro y por el respeto que de él se tenga.

Para el tantra, como dije, las conductas humanas son leyes y si en algún punto del crecimiento de una persona alguna de estas leyes lo limita, con el estímulo, y a pedido de su maestro debe romperlas. Y, como una sintomatología no puede dejar de hacerse sencillamente por la voluntad de la conciencia, debe quebrar una ley sustituta, un reemplazo de esa ley.

Así en el Kularnava Tantra se establece que el candidato a iniciarse tiene que realizar un rito por el cual debe quebrar cinco leyes (Que no son leyes civiles, religiosas, éticas, estéticas ni cualquier convención u ordenamiento jurídico o social). Estas leyes son: Tomar vino, comer carne, pescado, cereales y adorar a una mujer. -En sánscrito vino carne, pescado, cereal y mujer comienzan con la letra M por esto se lo conoce como rito de las cinco emes-.

Y, tal como dije, al no poder quebrarse con facilidad una conducta patológica lo que debe quebrarse es un reemplazo. Ejemplo: el vino por leche de coco y la mujer por una flor. Esta es la esencia del Kularnava Tantra y del rito de las cinco cosas prohibidas o cinco emes.

Así este texto de Pandit, el Kularnava Tantra, en el capítulo IV de la traducción de Govinda de editorial Eyras dice: "Y la mujer (Scto. maithuna) la quinta eme, que debe atenderse no es otra que la Shakti (diosa) interna, que permanece dormida en el animal humano normal y está despierta en el seguidor del camino Kula. Esta es la Shakti a la que se debe servir y asistir. El auténtico maithuna, la quinta "eme", es el flujo impetuoso de Dicha que sigue al encuentro de esta Pareja Divina, la Suprema Shakti con el Ser Supremo, el Señor que espera arriba. Cualquier otra cosa no es más que copulación".

Es decir, la quinta eme, no es otra cosa que la adoración, y la incorporación para si, por parte del practicante de los aspectos conductuales que la sociedad tiene reservado para el género diferente al propio. Esto es que el practicante, si es hombre, debe adorar su propia feminidad, su propia mujer interna. Exaltar los valores de su propia femineidad que puedan serle útiles en el sendero de su propia realización.

Aquí vemos otro avance de la humanidad hacia el equilibrio de géneros y avanzamos en el camino del tantra por más derechos civiles y contra toda forma de discriminación.

Seguramente cuando en nuestros líderes hombres se potencie su propia femineidad irán abandonando el camino de la destrucción y la violencia y tomarán más firmemente el camino de la seducción y la creación. En vez de la muerte y la violencia optarán por la vida y el amor.

Sin embargo en el prólogo del Kularnava Tantra, el prologador, que no debe haberlo leído con detenimiento escribe en la página 10, al término del segundo párrafo, en lugar de cinco cosas prohibidas “cinco cosas malas” y en la página 13 escribe: “y la práctica del acto sexual (denominada maithuna y que exige control sobre los pensamientos, la respiración y el semen) es todo un ceremonial místico-esotérico que pretende la creación de determinadas actitudes internas supramentales, el desencadenamiento de determinadas potencias energéticas

Luego, la gente que sólo lee los prólogos de los libros y cree entender el todo por una parte, publica a su vez otros libros o páginas web, donde se repite una y otra vez que maithuna es un ritual donde se tiene sexo lento y con comida de por medio.

Del mismo modo quienes necesitan justificar sus acciones, encontrar excusas “nobles” para actos que de otro modo considerarían innobles, comenzaron a practicar un supuesto “sexo sagrado tántrico”. Obviamente una careta para su propia careta que, lejos de llevarlos a la plenitud, los lleva a un alejamiento mucho mayor de si mismos.

Visto que es el tantra, quiero exponerles la epistemología tántrica ya que de eso se trata. El tantra, más que una suma de ciertos conocimientos, es una forma de conocimiento del que se desarrollaron, y desarrollé con los años, ciertas técnicas de aplicación clínica.

El tantra es una forma de acceder al conocimiento que se comienza a desarrollar en el siglo X DC a partir de los conceptos atribuidos a buda en su búsqueda de la iluminación. La iluminación para Buda es el concepto de verdad común, la verdad que ven los ojos. Pero no la verdad que ven mis ojos sino la verdad que vemos todos. La verdad que podemos compartir.

Tantra es entretejer, eso significa la palabra tantra (acción de entretejer), entretejernos en una verdad compartida integrando las parcialidades que cada uno puede ver desde su propia perspectiva sin ningún tipo de discriminación de ideas, formas o estilos de vida, dejando fuera sólo lo que todos estemos dispuestos a dejar fuera y lo establezcamos fehacientemente en nuestras respectivas constituciones y leyes penales y civiles.

Fritjof Capra, en la página 14 de su libro “El tao de la física” desarrolla este concepto de iluminación del budismo de la siguiente manera: "El primer punto del óctuple camino -normas del Buda para lograr la autorrealización- es bien ver, seguido de bien saber”. Y cita a D.T. Suzuki quien escribe: “En la epistemología budista el ver juega un papel muy importante, pues constituye la base del saber. Sin ver es imposible saber; todo conocimiento tiene su origen en la visión. Por ello saber y ver se suelen encontrar unidos en la enseñanza del Buda. Por consiguiente, la filosofía budista indica ver la realidad tal como es. Ver es experimentar la iluminación”.

Muy parecido es este punto de partida al que se tenía en las escuelas pitagóricas para iniciar en el conocimiento a sus alumnos. Para admitirlo se exponía al candidato a una imagen conteniendo tres puntos y se le preguntaba que veía en esa imagen. Sólo eran admitidos quienes respondieran sencillamente “tres puntos”. Esto es, se admitían a quienes pudieran separar la verdad de sus propias conjeturas personales.

Este es el punto de partida budista. Las cosas son. No son lo que yo creo que son. Occidente tiene un punto de partida diferente y ese fue el principal obstáculo de la epistemología cartesiana. La epistemología occidental parte del supuesto indemostrable que somos algo, que somos hijos de dios, que somos cuerpo y alma, y eso no se discute al punto que aun hoy el psicólogo no se forma dentro de la facultad de medicina tal como el enfermero, el radiólogo u odontólogo -Quien estudia la psique (el alma) debe hacerlo en un edificio diferente de quien estudia el cuerpo. Una cosa es el cuerpo y otra el alma-.

Y desde este punto de partida, de entender que las cosas son –no lo que yo creo que son- y de esta negación de la existencia a priori del ser, Siddharta Gautama (Buda) descubre y dice:

No creas en nada, simplemente porque te lo han dicho o porque es tradicional. No le creas a tu maestro simplemente por respeto. Pero si de alguna forma, por medio de un examen, encuentras que es uno que lleva al bienestar y felicidad de todas las criaturas, entonces sigue ese camino como la luna sigue el camino de las estrellas.

“No hay condiciones permanentes;
No hay condiciones confiables;
Nada es sí mismo.”

Y desde ahí Buda encuentra que:

Somos lo que pensamos. Todo lo que somos se origina en nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos, hacemos el mundo. Siddharta Gautama (Buda).

Como se ve, la comprensión del hombre es de naturaleza no dual. Si somos iguales (que es el primer esbozo de socialismo) es porque al nacer somos nada. Es decir, el fenómeno "alma", carente de existencia real, no es otra cosa que un yo ilusorio que emerge desde un lugar más profundo dentro de nosotros y que se construyó en el discurso de la cultura.

En este sentido, resulta absurdo ver como, mientras la ciencia, la filosofía y hasta las grandes religiones se acercan a este concepto, (la división del sujeto entre Kama y Dharma, el deseo y la ley, entre una consciencia ilusoria o Yo y un sistema de pensamiento más profundo y autónomo del yo, -el pensamiento profundo del que habla Nietzche-), la new age, las "terapias alternativas”, insisten en una división entre cuerpo y alma carente de sentido hoy.

Desde esta forma de entender al hombre y de la observación (meditación) de cómo funciona la mente y la atención, el tantra ofrece herramientas para lograr reunificar los dos lenguajes presentes en el individuo: el pensamiento conceptual del yo y el pensamiento global o involuntario de la naturaleza profunda de la mente (emocional para Daniel Goleman) y para poder, a su vez, controlar las emociones -Es decir, a la luz de los avances de la ciencia experimental más avanzada, las proteínas peptídicas que segrega el hipotálamo-.

Cuando me inicié en la práctica del tantra se me pidió que delante de mi maestro actuara temor y respeto aunque no lo sintiera. Esto es entrenarse en el control emocional, que no es represión emocional.

Si liberamos nuestras emociones y las encauzamos desde la consciencia no existirían las violaciones realizadas por quienes son sometidos a represión sexual, tal como se da entre los sacerdotes protegidos por Ratzinger, ni tanta agresividad producto de la ira y el enojo contenido.

Cuando se controla voluntariamente la producción de las emociones que necesitamos en cada momento y lugar podemos producir proteínas peptídicas (emociones) que nos permitan experimentarnos plenos y satisfechos y construimos por lo tanto un mundo pleno y satisfecho.

Dijo SS el XIV Dalai Lama después de ver los resultados arrojados por investigaciones realizada con un tomógrafo en el cerebro de un monje budista tántrico que él tenía razón al intentar ser cada vez más compasivo, dijo que le convenía serlo por su propia salud. (Estas investigaciones demostraron que en la meditación de apertura, al meditar y desarrollar la compasión se obtenía un grado mucho mayor de salud).

Por esto, desde nuestra fundación intentamos promover el cultivo de emociones positivas en términos de salud y en términos de conveniencia personal, como forma de realizar atención primaria en salud. Es decir promover salud y no luchar contra las enfermedades una vez instaladas.

Los resultados de estos experimentos pueden leerse en el libro de Daniel Goleman “Emociones destructivas” donde cita que las investigaciones realizadas por un grupo de neurocientíficos demuestran que la meditación tántrica de enfoque en un punto y la de apertura (compasión) modifican la estructura del cerebro y producen resultados en la capacidad de experimentar felicidad y salud general.

La compasión, el grado de compasión y éxtasis, es proporcional al grado de salud de quien lo desarrolla y practica. Al respecto quiero citar un párrafo del mencionado libro de Goleman:

"Es posible cultivar la felicidad porque la estructura misma de nuestro cerebro también puede ser modificada –dijo Davidson al Dalai Lama. Y los resultados de la moderna neurociencia nos invitan a seguir experimentando con otros sujetos adecuadamente entrenados para poder investigar con más detenimiento todos estos cambios. Hoy en día disponemos de métodos que muestran los cambios que provocan en el cerebro este tipo de prácticas y también, en consecuencia, podemos poner de relieve el modo más adecuado de mejorar nuestra salud física y mental". ---Daniel Goleman, “Emociones destructivas”, página 24.

La práctica del budismo tántrico se encamina a lograr la calma mental y es en esta calma en donde aparecen la claridad del pensamiento y la felicidad, y la posibilidad de estar libre de emociones permite no proyectar en los otros las propias. Así, si yo siento paz, es paz lo que voy a proyectar en los que me rodean; por el contrario, si es violencia lo que me habita es eso lo que proyectaré en los demás y mis actos se regirán por esa violencia.

Es por esto que propongo trabajar por la paz. Del mismo modo que quienes aquí estamos, en esta mesa, estamos convocados a trabajar por la salud y no contra la enfermedad me permito invitarlos a trabajar por la paz y no contra la violencia.

En Occidente, quizá porque la duda sobre lo que somos fue resuelta rápidamente (somos hijos de dios, un alma encerrada en un cuerpo) y tomada como punto de partida sin cuestionamientos para la filosofía, especulamos o sobre las potencias de ese alma o sobre el poder de la materia.

Occidente no pudo conquistar ese fenómeno llamado alma, -claro es sólo una apariencia, ¿cómo se puede conquistar una apariencia?- no pudo ver con claridad la fuerza del deseo y como encauzarlo y sí pudo conquistar las fuerzas de la naturaleza, domarla y llevar la realización material a gloriosos extremos conservando una noción a priori de sujeto dividido entre cuerpo y alma dejando que los teólogos se ocuparan de esta última.

Generación tras generación, con excepción del Tibet, la ciencia del mundo estuvo subordinada a la maquinaria bélica y de conquista mientras que en el Tibet, sin la necesidad de desarrollar tecnología bélica, con siglos por delante y por detrás de estabilidad teocrática, se ocuparon de desmenuzar la mente y los procesos mentales.

Partiendo de la mencionada noción epistemológica, más rigurosa que la cartesiana, de que las cosas son, no lo que yo creo que son. Y viendo que el hombre no es, que es una realización post-parto, alcanzaron una noción de sujeto también dividido, pero no entre cuerpo y alma sino entre kama (deseo) y dharma (ley), esto es, entre el deseo y la ley.

Siguiendo las directivas budistas, el irrenunciable sometimiento a la Ley, al dharma, comenzaron a experimentar con lo que sí podían, con el deseo, y encontraron técnicas para enfocarlo, acrecentarlo, direccionarlo, como una poderosa herramienta de realización.

Occidente logró conquistas en el terreno del conocimiento que superan las tradiciones tibetanas. Se descubrió cómo hacer uso de las enormes fuerzas presentes en un átomo al tiempo que el Tibet descubrió cómo hacer uso de la enorme fuerza del pensamiento. El manejo de esta enorme fuerza, de la energía del deseo, es el objetivo de las prácticas tántricas. Y, tal como lo dijera SS el XIV Dalai Lama la forma de enfocarlo en un punto.

Cuando se logra esto. Enfocarse en un punto, acceder a la realización de nuestro deseo es sencillo. Y podemos entender fácilmente el concepto que expresara Heideguer al decir que un corazón puro es aquel que desea una sola cosa.

Mientras no nos acerquemos a la visión tántrica, mientras no abandonemos la idea de la división aparente de nosotros mismos en cuerpo y alma, mientras no encontremos dentro de nosotros esa poderosa fuerza que es el deseo, seguiremos fragmentados e inmersos en una realidad que no podremos manejar. Andaremos como títeres manipulados por fuerzas emocionales que nos son desconocidas.

La práctica del tantra nos permite encauzar esa fuerza y controlar las fuerzas mentales y emocionales propias para transformar nuestras vidas y así alcanzar un estado de plenitud, de libertad, es decir, la autorrealización.

Aquí se constituye el tantra como un culto. Verán que el tantra en algún punto es también una creencia. Es la creencia en la no autoexistencia de los dioses. Es la creencia en la inexistencia del yo como algo fijo, inmutable, y existente por si. Es la creencia en un mecanismo que nos gobierna desde un lugar que el yo desconoce pero que es propio del ser. El tantra es la creencia en la no dualidad de ese ser.

Y verán también que esta creencia dio y da lugar a ciertas practicas espirituales tendientes a religar (religión) esa consciencia ilusoria con su propia naturaleza profunda y lograr que ella accione acorde a los quereres presentes del yo.

Los conceptos tántricos mencionados hasta aquí también constituyeron prácticas espirituales tendientes a ligarse con los otros en un tejido social más fraterno y solidario para promover mayor salud individual y colectiva en el servicio a la sociedad en la que reconocemos, en definitiva, a nuestro hacedor -no soy hijo de dios, soy hijo de la cultura-.

La creencia en un dios creador es una creencia que puede dar lugar al establecimiento de un culto en servicio de ese padre por parte de quienes tienen esa creencia en común y se reconocen hijos de él.

La no creencia en dios es también una creencia y desde esta creencia un practicante de tantra debe rendir culto en primer lugar a su diosa madre, la cultura. La creencia en ser una inscripción de la cultura, el deseo de un dios llamado el otro impone al practicante de tantra la obligación de servir (rendir culto) y atender las necesidades de ese dios llamado el otro renunciando a su propio beneficio en favor de quién reconoce como su creador.

Tal como expresa SS el XIV Dalai Lama, las religiones occidentales aportaron mucho en el desarrollo de las artes y las ciencias de los pueblos en donde ejercían su influencia. El budismo ofrece la capacidad de enfocarse en un punto. Este beneficio es el que intentamos expandir en nuestro entorno al vivir nuestro ser tántrico, nuestra particular espiritualidad laica, según los principios de esta forma de conocimiento y con las prácticas que hasta el presente se desarrollaron

Historia del Tantra

De acuerdo a la tradición fue el propio Buda quién transmitió los principios del Tantra al rey Indrabuthi, quien quería practicar el “dharma” pero no estaba dispuesto a abandonar su reino y sus reinas, cual si fuera un monje más. Convencido Buda de las sobresalientes cualidades del rey decidió enseñarle el Guhyasamaja Tantra no sin antes despedir a sus monjes menos preparados.

Las técnicas fueron pasando prácticamente en secreto de maestro a discípulo, de corazón a corazón, de boca en boca y de gesto en gesto. Las técnicas recién conocieron la luz alrededor del año 500 de nuestra era, la denominada “Era de los 84 Mahasiddhas", de los “84 Realizados”. Estos "realizados" provenían de todos los estratos sociales de la India de esa época, reyes, escolares, monjes, trabajadores, prostitutas y otros servicios y artesanías. Todos ellos compartían un camino de iluminación.

En un cuento evocativo, un hombre encargado de partir rocas con una maza y descontento con su trabajo, hace un alto y un yogi que pasaba le enseña como penetrar las rocas con la maza de su mente y con esa enseñanza obtuvo su iluminación, realizado en la via del trabajo que lo oprimía. En otra historia otro yogi atraído demasiado por la bebida obtiene su iluminación en forma milagrosa bebiendo 280 litros de licor.

Uno de estos Mahasiddhas, Padmasambhava, un maestro de las enseñanzas de la Maha Ati, atravesó el Tibet hace ya doce siglos, estableciendo el Vayrayana como la religión del Estado e iniciando el primer linaje tántrico del Tibet, en tibetano la "Nyingma." Unos tres siglos más tarde otro tibetano conocido como Marpa El Traductor llegó a la India donde recibió la transmisión de un Mahasiddha llamado Naropa. Un maestro Mahamudra y lo trajo de vuelta al Tibet iniciando el linaje Kagyu.

El linaje Sakya comenzó trayendo maestros de la India, mientras que el Gelug, el linaje de los Dalai Lama tuvo su origen en el Tibet. El Vayrayana eventualmente se extendió a Asia central, Mongolia, China y Japón.

Meditación y Tantra

La práctica de la meditación


La práctica de la meditación beneficia globalmente todas las estructuras y niveles de la persona. Sus efectos positivos se reflejan en los aspectos físico, emocional, mental y espiritual.
Sería muy largo enumerar todos sus efectos, sólo mencionar algunos como la reducción del consumo de oxigeno y la producción de dióxido de carbono; la disminución de la presión sanguínea; la disminución de la concentración de lactato (sustancia asociada a los estados de ansiedad y tensión) en la sangre; el equilibrio de la actividad del sistema nervioso proporcionando una profunda relajación física, emocional y mental; mejora la salud y estimula los procesos autocurativos; genera más vitualidad; incrementa la resistencia al estres; mejora la calidad del sueño reduciendo el tiempo necesario del mismo; despierta la creatividad; genera cualidades y emociones positivas; integra las distintas facetas de la personalidad y desarrolla el conocimiento de uno mismo, la consciencia espiritual y lleva a la experiencia del Ser, el samadhi.

Para obtener buenos resultados en la meditación es muy importante el desarrollo de sakshi, la conciencia testigo. Es una actitud imparcial, como un testigo que contempla nuestras emociones, pensamientos, sensaciones. Un proceso de desidentificación y desapego respecto a nuestras propias vivencias. La conciencia testigo consiste en permanecer consciente de la independencia que existe entre el Ser, o Yo profundo, y lo que sucede en nuestra periferia. Es recobrar un espacio de consciencia que no es afectado ni contaminado por acontecimientos externos o internos.

En la práctica, sakshi, es el despliegue de una actitud de alerta y total presencia, una atenta observación sobre todo cuanto sucede o se realiza, pero sin involucrarse interiormente. Consiste en aceptar todo tipo de pensamientos, emociones y sensaciones, conscientes de que todo eso son cosas transitorias que nos suceden, mientras que nosotros somos el aspecto permanente que observa y toma consciencia del fluir de ese proceso.

Todo aspirante a progresar en la meditación tiene que desarrollar la actitud de sakshi, tanto en la meditación como en la vivencia de lo cotidiano, ya que es esta actitud la que nos proporcionará una comprensión clara y objetiva del mundo que nos rodea y de nuestros procesos internos. Es entonces cuando a través de la conciencia testigo podemos movernos hacia adentro y experimentar el Ser que observa y conoce más allá de la mente.

Chidakasha significa "espacio de la consciencia" y es donde se manifiesta la actividad de la psiquis en sus tres niveles: consciente, subconsciente e inconsciente. Aunque no es un espacio físico, en la práctica se localiza detrás o delante de la frente, en forma de pantalla oscura que permite percibir la actividad de la psiquis o universo interno.

Para tomar conciencia de de chidakasha basta con mirar al espacio oscuro que se percibe delante de los ojos cuando están cerrados. Siendo constantes en la observación atenta y relajada de esta oscuridad comenzaran a aparecer todo tipo de visones y efectos como: vibraciones sutiles de la substancia mental, fenómenos luminosos, imágenes, símbolos, dibujos, figuras geométricas, distintos grados de oscuridad, nada, pensamientos, recuerdos del pasado, etc. que no son más que manifestaciones de la mente subconsciente y que observandolas con adecuada actitud de desidentificación permite tomar consciencia de sus contenidos psíquicos y de las tensiones y conflictos escondidos en la mente.

Su observación imparcial permite contactar con la raíz de los conflictos y genera una comprensión total de sus causas que los neutraliza y disuelve definitivamente.

Durante la práctica de la meditación se producen importantes modificaciones en algunas funciones fisiológicas y en la actividad cerebral. Los impulsos nerviosos se transmiten de una neurona a otras cuando la carga eléctrica de la neurona emisora alcanza un determinado nivel. Cuando esto sucede se pruduce una descarga que da origen a las ondas crerbrales. Los cientificos han clasificado las ondas cerebrales en cuatro bandas que de mayor a menor frecuencia son Beta, Alfa, Theta y Delta.

El análisis intelectual y la percepción a través de los cinco sentidos se realiza en el nivel de actividad Beta. La cultura occidental ha favorecido de forma exclusiva el desarrollo de este nivel en detrimento de los demás.

La ondas Alfa están relacionadas con la relajación profunda y algunos estados de meditación. Durante la emisión de ondas Alfa la mente racional y los sentidos disminuyen su actividad, mientras que parte del potencial latente en el cerebro puede entrar en acción. Se puede acceder voluntariamente a este nivel a través de la relajación consciente y de la meditación.

Las ondas Theta se manifiestan durante el sueño (con ensueño), y aparecen también en los estados de mditación profunda, intensa creatividad, en los fenómenos de percepción extrasensorial y bajo lo efectos de la anestesia.

La ondas Delta se manifiestan durante el sueño profundo. Si se consigue entrar y permanecer consicente en le nivel Delta, se alcanza el estado de turiya (superconciencia), que es el último peldaño de la meditación, donde desaparecen las barreras entre consciente, subconsciente e inconsciente. La mente opera de forma totalmente integrada.

El meditador bien entrenado puede acceder a voluntad los estados Alfa y Theta, lo que les permite manejar su mente subconsciente e influir sobre las funciones fisiológicas involuntarias que rige este área de la mente. Valiendose de la concentración y la meditación, bucea conscientemente en los niveles Alfa y Theta, descubiriendo así las inmensas posibilidades del potencial que yacen en su interior.


Amando a la Shakti


El Tantra es una forma de adoración de la Shakti encarnada en cada mujer.

En el acto, el hombre con frecuencia permanece pasivo; evita todo lo que provocaría la eyaculación. Shakti está activa y conserva la iniciativa durante el desarrollo del rito. El hombre está receptivo, Shatki da el tono. Es indiferente que la erección se mantenga o no hasta el final: basta con poder permanecer unidos. En el Tantra es más Shakti que Shiva quien capta y transmite los ritmos cósmicos de la Luna, del Sol y de la Tierra. Para conocer el éxtasis, el hombre debe permanecer mucho tiempo unido a Shakti, impregnarse de su energía magnética, hasta que la «divina vibración» lo invada. Basta para ello con atender distendidamente pero sin fallas a todo lo que pasa en el cuerpo, y a los intercambios que se efectúan.

Esta unión puede -y debería- durar hasta dos horas y más. Shiva debe abandonarse a la percepción sensual de la mujer, sentir latir su sangre, vibrar según su diapasón, respirar a su ritmo (¡muy importante!), entonces surgirá la experiencia extática.

El Tantra libera al hombre del reflejo eyaculatorio, sin dificultades mayores. Por supuesto que una pareja habituada desde hace años al amor «normal» no se descondiciona de un día para otro. El principio el hombre no logrará más que una vez sobre dos o tres evitar la eyaculación, a veces por falta de cooperación de su compañera, ella también acostumbrada a la forma habitual de contacto sexual y que puede, igual que el hombre, encontrar al comienzo que este tipo de unión es menos satisfactoria. Basta simplemente con perseverar para ir de descubrimiento en descubrimiento, pues la Vía del Valle es la vía más facil de la meditación entre dos.

Haced del sexo una meditación entre dos. No lo combataís, no os opongáis a él. Sed amistosos frente al sexo. ¡Vosotros sois una parte de la naturaleza! En verdad el acto sexual no es un diálogo -en el peor de los casos un monologo- entre un hombre y una mujer, es un diálogo del hombre con la naturaleza a través de la mujer, y de la mujer con la naturaleza a través del hombre. Durante un instante os insertáis en la corriente cósmica, en la armonía celestial, estáis de acuerdo con el Todo.



EL RITO

  • Entre los escasos textos tántricos que describen y autentifican este ritual solo es relativamente conocido el Yonitantra. Sin embargo, como con tantos textos tántricos, se trata más de un resumen que de un tratado didáctico: es el acharya, el instructor en persona quien transmite las técnicas. Además el acharya (que también puede ser una mujer) tiene un papel crucial durante la yonipuja, que debe desarrolarse en su presencia, hasta el punto que están previstas leyes particulares para el caso en que estuviera ausente.
  • Como, salvo excepción, el occidental no tiene acceso a la inciación directa, es indispensable completar los parsimoniosos datos prácticos del texto original. Una vez que el autor ha precisado qué mujeres son aptas para el rito, añade que la yoguini «debe ser lasciva, hasta libertina y haber superado todo falso pudor».
  • Al comienzo de la adoración, Shakti se coloca en el centro del mandala, en general un triángulo, símbolo del yoni cósmico, incluido en un círculo. Luego Shiva le ofrece una bebida afrodisíaca, llamada vijaya, cuya composición no se indica, sin duda porque en esa época se suponía que en la India todos la conocían. En Occidente, se lo reemplazará por un copa de champán o una bebida ligeramente alcohólica. La intención explícita es erotizar a Shakti al máximo, exacerbar su energía sexual para llevarla al éxtasis. Si el champán o alguna otra bebida alcohólica produce ese efecto sobre Shakti, el objetivo está cumplido.
  • Siempre según el texto, después de haber cumplido el ritual preparatorio, compuesto de mantras y de hijas (vocales sin contenido conceptual) que el autor no precisa, empieza la primera parte del Yonipuja. La yoguini se sienta sobre el muslo izquierdo del adepto, que comienza a adorar su yoni sakuntala, es decir no afeitado, condición fácil de cumplir. El adepto entonces unta el yoni con una pasta de sándalo, de delicado perfume; así el yoni se asemeja a «una flor encantadora». Luego el adorador le ofrece una nueva copa de vijaya y le pinta la ardhachandra (la media Luna) con bermellón en medio de la frente. No se trata de una rutina mecanizada: el simbolismo de cada gesto es intensamente vivido por los participantes. Mientras el adepto traza la media Luna, la pareja toma conciencia de las fuerzas lunares presentes en Shakti.
  • Luego Shiva pone las manos sobre los pechos de Shakti, e impregnándose del aspecto maternal de la Shakti cósmica, pronuncia 108 veces la bhagabija (el sonido-raíz de la vulva), sin otra precisión, pero en general será «Hrim». Al final el adorador hace todos los gestos y contactos que puedan excitar a Shakti al máximo: le acaricia largamente los pechos, las nalgas, luego el yoni. En la yonipuja, la excitación de Shakti, que se propaga a Shiva, provoca una abundante secreción del fuido tattva uttama, la «esencia sublime», es decir, las secreciones vaginales, y además -y sobre todo- despierta las energías sutiles, «pranicas», que ejercen una función primordial en el desarrollo de la puja.
  • Aquí se situa la parte central de la puja. A su vez, Shakti unta el lingam con la pasta de sándalo, de perfume afordisíaco y de color azafrán. El guru, siempre presente, vela por el respeto estricto del ritual y recita los mantras apropiados. Sólo entonces el lingam es insertado en el yoni. El maithuna no debe convertirse en un simple coito profano sin ser controlado a pesar de la intensa excitación mutua y ser vivido con el sentido de lo sagrado inherente a toda unión tántrica. Las modalidades del maithuna tántrico son de rigor, especialmente las relativas a la asana y al control de la eyaculación.
  • En el rito, una parte esencial depende de la absorción reciproca de la «esencia sublime». Añadiendo sus propias secreciones lubrificantes a los liquidos vaginales, el lingam contribuye a mojar abundantemente el yoni. Los dos fluidos se mezclan y los tántricos creen que la yoguini y el yogui los absorben: Shakti por osmosis a través de la mucosa vaginal, Shiva gracias a vajroli. Según el Tantra, ese intercambio vitaliza y dinamiza a los dos adeptos. Incluso sin esta reabsorción mutua, está establecido que la excitación sexual intensa y prolongada de las gónodas intensifica la secreción de las hormonas sexuales, que podrían constituir ellas también la «sublime esencia»; ¿por qué no?
  • Durante el maithuna la pareja medita sobre la potencia creadora así despertada en el vientre de la mujer y en el hombre y adoran la Energía Cósmica.
  • La duración de la unión yoni-lingam corresponde a lo que se dice en todo este libro: nunca se trata del «deprisa y corriendo». Después de la unión ritual, Shiva rinde un homenaje respetuoso al yoni, que la yoguini acostada de espaldas, afrece a su vista y a su adoración. El adepto tomo entonces con el dedo un poco de líquido vaginal y hace con él un tilaka, ese punto que las mujeres indias llevan en medio de la frente, a su compañera de rito, todavía sumida en el éxtasis, así como en su propia frente. El achayra hace lo mismo; luego la pareja le hace una reverencia y lo adora porque su presencia les ha ayudado a controlarse durante todo el ritual y a preservar su carácter sagrado. Esta práctica en presencia del guru crea en el trío un lazo notable de intimidad y confianza. El adepto percibe así el insondable misterio y el sentido profundo, sagrado, de la unión de los sexos, siempre repitiendo mentalmente el mantra que le ha dado su guru. A falta de ello, el occidental utilizará el «Om» o el «Om Mani Padme Hum».

Las 10 Mahavidyas

Las Mahavidyas son las formas en que aparece y puede ser venerada, una de las manifestaciones de la energía de la Gran Diosa. Son las más importantes transformaciones de la diosa femenina en el Tantra hindú, cuyo número es de diez, siete de ellas pertenecientes a las fases de la manifestación creativa, y tres al retiro.

Durante uno de sus numerosos juegos amorosos entre Shiva y y su consorte Parvati, las cosas se descontrolaron. Parvati se multiplicó en diez formas diferentes en diez direcciones distintas para evitar que Shiva pudiera escaparse al vigilar todos los caminos de su posible fuga. Cada una de las formas manifestadas por Parvati hicieron comprender a Shiva verdades esenciales, y le hicieron consciente de la naturaleza eterna de su mutuo amor. De verdad en el proceso del estudio espiritual, la Diosa es quien dirige e inspira. Ella es la sacerdotisa que nos revela las más altas verdades espirituales que se encuentran en nuestro interior. Por eso se la conoce como la Gran Diosa de la Sabiduría (Maha = grande, vidya = conocimiento). El espectro de estas diez diosas cubren la gama entera de la divinidad femenina.



Estas Diosas son:
Kali. Su color es negro como la noche. En el Rij Veda hay un himno (Ratisukta) que dice que hay dos tipos de noche, una la que experimentan los seres mortales y otra la que experimentan los seres divinos. Es la deidad central del tiempo. Su propia naturaleza, a pesar de su aterradora apariencia exterior, es puro éxtasis por encima de todas las ideas de positivo o negativo. Kali lleva una piel de tigre y un collar de cabezas masculinas cortadas. Su rostro, con sus tres ojos, muestra una terrible mueca de risa, y su cabello es una sola trenza apelmazada. Se yergue sobre la pira funeraria en la que el mundo queda reducido a cenizas, pero está encinta de la potencialidad recreadora, porque ella es la que divide el uno en muchos. Cuando, en el proceso de creación, Kali "despierta" por primera vez con una sensación de existencia positiva, viendose a sí misma como el origen de la multiplicidad, adopta el aspecto de la segunda Mahavidya, Tara.

Tara. Tiene una gran semejanza con Kali en su representación iconográfica, ya que ambas llevan un vestido mínimo o están desnudas con su collar de cabezas recién cortadas y su cinturón de manos humanas, y muestran su lengua roja de sangre. Se distingue de Kali por unas tijeras que sostiene en una de sus cuatro manos, y que representan su capacidad para cortar todo lo accesorio. Está representada en un reluciente color azul oscuro, con el vientre hinchado, reposando el pie izquierdo sobre un icono-cadáver de Shiva. Situada en medio de una pira funeraria, su vientre está preñado con un potencial infinito de creación y recreación. Es venerada también por la tradición budista como una importante encarnación de la compasión. Su nombre significa "estrella".

Shodashi. Roja como el sol caliente, se representa sobre un loto que descansa sobre el cuerpo acostado de Shiva que a su vez se encuentra sobre un pedestal que se apoya en las figuras de los dioses hindúes Brahma, Vishnú, Shiva, y Rudra. Esto supone una representación del dominio de la Diosa sobre las más importantes deidades masculinas del panteón hindú, una creencia central de la idea de las Mahavidyas. Ella es la salvadora de todo, el Último Refugio. Sostiene en sus manos flechas y un arco de caña de azúcar como símbolo de la dulzura de sus dardos. Uno de sus epítetos es Tripura Sundari, "Aquella que es hermosa en los tres reinos" y otro Lalita que implica la suavidad. Shodashi significa dieciséis en sánscrito, y así ella es visualizada como la dulce muchacha de dieciséis años.

Bhuvaneshvari. Literalmente "la Amante del Mundo". Es dorada como el sol saliente, lleva la media luna y una corona sobre su cabeza, y se identifica con la energía que es la base de la creación. De sus cuatro brazos dos asen el nudo y el acicate, y dos hacen ademanes, ofreciendo dádivas y consuelo, su pechos untados de pasta de sándalo y azafrán, están hinchados de la miel que infunde objetividad a la creación. Su delgada cintura, sus muslos, sus nalgas y su ombligo son muy bellos. Su garganta está adornada de collares y sus brazos están creados para el abrazo. Está belleza y atractivo son entendidos como una afirmación del mundo físico, y los ritmos de la creación, el mantenimiento y la destrucción, así como los deseos de la condición humana no son más que el alegre juego de Bhuvaneshvari.

Chinnamasta. El sadaka la encontrará en su propio interior, a la altura del ombligo, dentro de una flor de loto completamente abierta que contiene un campo "rojo como la flor del hibisco", y rodeada por tres líneas circulares. El loto sale de un par de figuras que representan la pura fertilidad cósmica, un varón azul y una hembra, análogos a Kamadeva y Rati, llevando a cabo el acto sexual, que en una interpretación se entiende como control del deseo sexual y en otra como la encarnación de la energía sexual de la diosa. Chinnamasta está sentada en el loto, es de un color gris azulado oscuro y tiene una guirnalda de cabezas, coge una serpiente con una mano y su propia cabeza con la otra. De su cuello cortado salen torrentes de sangre, uno de los cuales entra en la boca de su propia cabeza, lo demás en las bocas de dos figuras femeninas desnudas de 16 años (sus asistentes Jaya y Vijaya), una cada lado suyo, con tazas y serpientes en las manos. La hembra de la derecha es de oro, la de la izquierda es de color bermellón brillante. Este icono de transformación muestra a la Diosa en el acto de distribuir su energía vital por el universo, acto que está simbolizado por los arroyos de sangre que derrama su cuello cortado por ella misma en las bocas de las otras dos figuras femeninas para formarlas y alimentarlas. Las tres son funciones de la Diosa en acto carnal con el macho. Pueden ser equiparadas filosóficamente con la tríada de esquemas preliminares que pasa por adoptar la energía creadora. Estas tres figuras son, vistas desde el mundo material, tal y como lo conoce el hombre normal después de haber subido muy alto por su escala conceptual: la inercia negra (Tamas), lo brillante y activo (Rajas) y el esplendor del Ser (Sattva), características que reciben el nombre cualidades de objetividad (Gunas), y que son los atributos más fundamentales de la realidad. Vistas desde el lado de la Diosa, se extienden a partir de su propia naturaleza, en forma, respectivamente, de deseo (Iccha), acción (Kriya) y conocimiento (Jnana), de color azul oscuro, rojo, y amarillo brillante o blanco. Existen ligeras diferencias en su representación pictórica.




Bhairavi. Roja, la de tres ojos, enguirnaldada de cabezas humanas, el pecho todo manchado de sangre, coronada, y con un rosario y un libro en la mano. Es ella la que multiplica hasta la infinitud de seres y formas, induciendo a los hombres a correr en pos de ambos en busca de saciedad. La creación y la destrucción son dos aspectos esenciales del universo que esta sujeto a sus ritmos alternos. Como diosa de la descomposición esta asociada con la ignorancia y la lujuria, a la embriaguez del alcohol, la perdida de semen que debilita al hombre, la cólera, los celos y otras emociones egoístas. Es la fuerza que tiende hacia la disolución, y como la destrucción se encuentra por todas partes, Bhairavi está presente en todas partes.

Dhumavati. Es alta y siniestra, pálida, agitada y lleva su ropa sucia. Lleva el pelo enmarañado y los pechos colgantes, y está desdentada. Tiene la nariz grande, el cuerpo y los ojos torcidos, y va en un carro tirado por cuervos, comedores de carroña y símbolo de muerte. Es espantosa y pendenciera, y siempre está atormentada por el hambre y la sed. Es la que genera el estado del ser en el que el individuo olvida su origen, pierde el contacto con su fuente y sufre continuamente las agonías del apetito insatisfecho y la esperanza frustrada que sólo satisface cuando consume a Shiva su consorte que contiene en sí el mundo entero. Es en el fondo, el nadir de la creación.

Bagala. Sentada en un trono de gemas, es amarilla, el color de la esperanza. Está cubierta de adornos y se representa con una porra en su mano con la que machaca a un enemigo (un asura llamado Madan) cuya lengua tiene cogida con la otra mano. La lengua, el órgano de la palabra y el gusto se considera como una entidad mentirosa, ocultando lo que está en la mente, y se ataca así la ilusión y la conceptualización engañosa.

Matangi. Es la encarnación del frenesí emocional, su tez oscura, sus ojos inyectados en sangre giran constantemente en sus cuencas; ebria y agitada por el deseo, tropieza con todo como un elefante furioso. Asociada a una Chandala, los niveles más bajos de la jerarquía de castas de la sociedad hindú, resume en ella lo contaminado y lo prohibido. Es la fase en la que el mundo cae bajo la ebriedad del mantra, el Tantray el anhelo por la unidad con Shiva.

Kamala. La señora del loto, Shakti, se nos aparece como pura conciencia del Ser, bañada en las serenas aguas de la realización, que cuatro elefantes de oro derraman sobre ella con sus trompas. como símbolo de soberanía y fertilidad. Lleva una resplandeciente corona y vestidos de seda, sostiene en las manos un par de lotos, hace el signo de conceder favores, y todo su cuerpo es de oro. Su nombre es un epíteto de Lakshmi y tiene en común con ella la simbología de la prosperidad, la riqueza y la suerte, pero no representa nunca el modelo de esposa junto a Vishnú. En su representación de Mahavidya su poder no aparece asociado con deidades masculinas. Goza y es gozada, el estado de unidad reconstituida.
El Kaulavali Tantra dice que todas las mujeres deberían ser consideradas como manifestaciones de Mahadevi (la Gran Diosa), y el Nila Tantra dice que habría que abandonar a los padres, al guru, y hasta a los dioses, antes que insultar a una mujer. Estas diosas, que tienen fuertes asociaciones con la muerte, la violencia y la contaminación, con los papeles marginales y despreciados de la sociedad, sugieren que el devoto debe experimentar una liberación del orden establecido más allá de lo convencional, para adquirir una perspectiva nueva en su aventura mística, sin cuya experiencia cualquier búsqueda espiritual permanecería incompleta.

Estas transformaciones-Shakti pueden ser veneradas aisladamente, en serie o incluso en combinaciones de imágenes que simbolizan las fases transicionales. Cada una de ellas representa una limitación de la persona total de Kali, pero es, al mismo tiempo, una parte inevitable de ese total. Sin la experiencia radical de la desintegración, ninguna búsqueda integradora podría significar nada. Kali tiene que ser conocida en toda la gama de sus transformaciones, porque «de la misma manera que el blanco, el amarillo y los otros colores desaparecen en el negro, así todos los seres entran en Kali.» Mahanirvana Tantra.